Se habla mucho de los beneficios físicos del deporte que tienen sus consecuencias en la salud, y muy poco de los importantes beneficios psicológicos que reporta.
En el caso de la natación, como siempre se dice, es el ejercicio más completo y más conveniente, ya que no contiene ningún impacto negativo sobre cuerpo, ya que lo practicamos a flote, suspendidos sobre el agua, disminuyendo la sensación de peso del cuerpo. El esfuerzo hace que aumente la tasa respiratoria y cardiaca, produciendo el gasto en las calorías y la tonificación muscular, eludiendo totalmente las lesiones (resulta aconsejable para deportistas lesionados que no pueden seguir su ritmo de entrenamiento habitual).
A nivel psicológico, la natación, como cualquier deporte individual, es un momento ideal para la relajación y la concentración, prestando atención a la respiración, los latidos del corazón, el ritmo del braceado y el pedaleo, disminuyendo así los niveles de estrés y mejorando la toma de decisiones.
Por otra parte, la natación recreativa en piscinas de poliéster, como los juegos que practican los niños en el agua, producen gran diversión y disminuyen el estrés.
Nadar en una piscina pública o en un gimnasio junto a otras personas favorece a la concentración mental y a la intimidad, así como a la interacción social.
Si logramos perfeccionar nuestro estilo, o queremos que nuestros hijos lo aprendan llevándolos a clase, podemos participar en competiciones que fomentarán el espíritu competitivo y la autoestima. Los valores deportivos ayudan a adquirir buenos valores también en la vida común.
Para las personas discapacitadas también es ventajoso practicar deportes acuáticos, que suelen ser más sencillos por la libertad que proporciona la flotabilidad.
Si tenemos dudas, podemos consultar al fisioterapeuta.