Con la llegada del verano, el volumen de trabajo de los servicios de catering a domicilio experimenta un notable aumento, reflejo directo de un cambio en los hábitos sociales y en la forma en que se celebran los encuentros durante los meses más cálidos del año. Las altas temperaturas, los días más largos y las vacaciones invitan a organizar reuniones al aire libre, fiestas privadas, eventos familiares o encuentros empresariales en espacios más informales, y es precisamente en ese contexto donde los caterings a domicilio encuentran una oportunidad perfecta para crecer y posicionarse como una alternativa cómoda, profesional y versátil.
Durante el verano, muchas personas prefieren evitar los desplazamientos a restaurantes o locales cerrados, apostando en cambio por celebrar en sus propias casas, jardines, terrazas o incluso en espacios rurales o costeros alquilados para la ocasión. Sin embargo, la organización de un evento, por pequeño que sea, conlleva una logística considerable: elegir el menú, cocinar para muchos, asegurarse de que todo llegue a tiempo y en buen estado, montar la presentación de los platos y, por supuesto, recoger y limpiar al final. Frente a esa carga, el servicio de catering a domicilio aparece como la solución perfecta, permitiendo a los anfitriones disfrutar del evento sin preocuparse por los detalles operativos.
Los profesionales del sector lo notan claramente y desde finales de primavera, empiezan a acumularse las reservas y las solicitudes de presupuesto. Comuniones, bodas íntimas, cumpleaños, cenas con amigos, celebraciones corporativas o incluso eventos turísticos con experiencias gastronómicas personalizadas son solo algunos de los formatos en los que el catering se convierte en protagonista. Además, el verano invita a una cocina más ligera, colorida y creativa, lo que permite a los chefs desplegar todo su talento con propuestas frescas, saludables y adaptadas a los gustos y necesidades de cada cliente.
La flexibilidad que ofrecen estos servicios es otro de los factores clave que explica su crecimiento. Hoy en día, muchos caterings han ampliado sus opciones para ofrecer experiencias gastronómicas totalmente personalizadas: desde comidas formales servidas por camareros, hasta buffets desenfadados tipo cóctel, estaciones de comida temática, food trucks, barbacoas gourmet o brunchs de fin de semana. La variedad de formatos permite ajustarse tanto al presupuesto como al estilo de cada celebración, algo especialmente valorado por quienes buscan originalidad sin renunciar a la calidad.
También se suma el hecho de que, tras los años de restricciones sociales por la pandemia, muchas personas han recuperado el deseo de reunirse y celebrar. En ese contexto, contar con un catering profesional permite devolver el protagonismo a la comida y al disfrute compartido, sin que nadie tenga que asumir el papel de cocinero o anfitrión exhausto. Este cambio de mentalidad ha sido fundamental para consolidar el crecimiento del sector, no solo en grandes ciudades, sino también en áreas rurales y destinos turísticos donde el servicio a domicilio se ha convertido en un complemento perfecto a la oferta de ocio.
Además, la tecnología ha jugado un papel importante en este auge. Las plataformas online, redes sociales y servicios de mensajería instantánea han facilitado enormemente la visibilidad, la contratación y la comunicación entre clientes y proveedores. Muchos caterings permiten ya gestionar presupuestos, elegir menús, hacer reservas y consultar recomendaciones de forma digital, agilizando procesos que antes requerían llamadas o visitas presenciales.
¿Cuáles son los menús más solicitados en verano?
En verano, los menús más solicitados en los servicios de catering a domicilio suelen estar marcados por la ligereza, la frescura y la facilidad de consumo, especialmente cuando los eventos se celebran al aire libre, tal y como nos cuentan los cocineros de La Frolita, quienes nos explican que las altas temperaturas modifican el apetito y también las expectativas de los comensales, que buscan propuestas más digestivas, creativas y visualmente atractivas. Los caterings, conscientes de estas preferencias, adaptan su oferta estacional para ofrecer opciones que combinen sabor, presentación y practicidad.
Uno de los grandes protagonistas del verano son los buffets fríos, ideales para comidas informales, cócteles o celebraciones tipo brunch. Dentro de esta categoría, triunfan las ensaladas gourmet, como las de quinoa, pasta fría, couscous, arroz salvaje o legumbres con vinagretas frescas, acompañadas de ingredientes como frutas, quesos suaves, frutos secos o pescados ahumados. Estos platos permiten jugar con colores, texturas y sabores sin necesidad de una elaboración compleja in situ.
También ganan terreno los platos individuales tipo finger food, pensados para comer de pie o con mínima cubertería. Canapés fríos, brochetas de langostinos o mozzarella con tomate cherry y albahaca, mini tartares de atún o salmón, vasitos de gazpacho o salmorejo, y tapas modernas son recurrentes en estos formatos. Estas opciones tienen la ventaja de ser fáciles de servir y muy atractivas a nivel visual, lo que las convierte en un acierto seguro para eventos informales o empresariales.
En cuanto a platos principales, las opciones de pescados o carnes frías marcan tendencia. El roast beef, el pollo al limón cortado en láminas, el salmón marinado o los ceviches ligeros suelen formar parte de las propuestas estrella. También son muy demandadas las barbacoas gourmet, donde el catering se desplaza con todo el equipamiento necesario para preparar carnes, verduras y pescados a la parrilla en el momento. Este formato no solo es sabroso, sino que también aporta un componente de espectáculo que gusta mucho en celebraciones al aire libre.
No pueden faltar los entrantes refrescantes, como gazpachos, ajoblancos, cremas de verduras o sopas frías de frutas, cada vez más creativas. Este tipo de platos combina tradición y modernidad, y se puede servir en formatos muy versátiles, desde chupitos hasta copas o pequeños cuencos.
En el apartado dulce, el verano demanda postres ligeros y frescos. Las tartas de frutas, mousses frías, helados artesanales, sorbetes y vasitos individuales con yogur, fruta o bizcocho húmedo son opciones que se repiten en casi todos los menús. También triunfan los postres mini o en formato degustación, que permiten probar varios sabores sin sensación de pesadez.