Estoy realmente cansada de que el camping y el turismo rural se asocien instintivamente al cuidado del medioambiente mientras que el turismo de lujo o de alto standing sea característico, aparentemente, de personas a las que el planeta no les preocupa porque eso no es así. Ni todos los que hacen camping son limpios y respetuosos con el medioambiente ni todos los adinerados que se alojan en resorts de lujo son frívolos y sin escrúpulos.
Estas imágenes no son más que estereotipos que debemos eliminar de nuestro subconsciente porque lo único que hacen es estigmatizar a unos mientras que alaban a otros que pueden, o no, merecérselo, y eso no es justo. Hace mucho tiempo aprendí que dejarnos llevar por las apariencias es un craso error y que ni es oro todo lo que reluce ni es porquería todo lo que carece de brillos. Dicho esto también quiero dejar claro que, lógicamente, aprender ese sentimiento y respeto hacia la naturaleza no es algo que nazca de la noche a la mañana sino que tiene mucho más que ver con la educación recibida que con las prácticas o costumbres que tienes en la edad adulta.
Así pues, la señora que luce tacones en una piscina de Cancún mientras toma el sol en su bañador blanco rodeada de lujos y con cocktails en la mano puede ser una persona que recicla, que ayuda e invierte en medioambiente y que jamás tira un papel al suelo, mientras que esa chica de pantalón corto que ha decidido acampar en la playa de Las Negras puede que jamás se haya preocupado por nuestro planeta y que jamás lo vaya a hacer.
La educación es primordial
Ahora bien, ¿cómo podemos educar a las generaciones venideras? Obviamente hay que partir de la educación en valores y si en la escuela no se la dan lo mejor que podemos hacer es ofrecérsela nosotros mismos. En Ediciones Aljibe encontraremos multitud de libros de educación en valores que nos enseñan cómo afrontar ciertos temas con los niños, en sus diversas etapas de maduración, y como enseñarles mientras jugamos lo importante que es el medioambiente, la amistad, el respeto y temas relacionados. Y, por supuesto, debemos romper nuestros propios esquemas para no inculcar en ellos esos estereotipos de los que veníamos hablando en párrafos anteriores.
Sin embargo, la educación debe partir sólo en una dirección porque, en mi opinión, es igual de importante educar a los niños como educar a las empresas que, jóvenes o con larga trayectoria, pueden ser las principales contaminantes del planeta. Un gesto tan sencillo como comprar bolsas biodegradables para dar a nuestros clientes puede cambiar el mundo. En Plasticos Alhambra encontraréis este tipo de bolsas y también bolsas de polietileno de gran calidad.
Pensadlo bien: si ahora sólo el 10% de los comercios ofrecen este tipo de bolsas y consiguiéramos que ese porcentaje aumentara hasta un 50 o 60% ¿no sería ese un cambio significativo en la producción de este producto y, por ende, en la contaminación del medioambiente? Y ya no os digo si consiguiéramos un 80 o 90 por cierto, pero eso es soñar demasiado.
Sea como sea, no podemos, ni debemos, juzgar a nadie por su apariencia, por los viajes que haga o por dónde se aloje. Respetemos el planeta respetándonos primero a nosotros mismos.