Tocar el piano, una afición que se ha convertido en la pasión de mi hijo

Luchar por la felicidad de vuestros hijos e hijas es algo que no podéis pasar por alto y que siempre debe ser considerada como una de vuestras prioridades. No hay nada que nos pueda proporcionar una satisfacción mayor que la de ver cómo vuestros hijos e hijas tienen motivos más que de sobra para sonreír, con independencia de cuál sea su actividad preferida. En los párrafos que siguen, os voy a hablar del caso de mi hijo Sergio, que desde muy pronto empezó a sentir interés por el mundo de la música.

Ya sabéis que la asignatura de música es una de las que se suelen impartir durante la Educación Primaria. Y menos mal que es así. De no haber estado organizado de esa manera el itinerario formativo, quizá Sergio nunca hubiera descubierto su verdadera pasión. Pero el caso es que sí dio con ella gracias a una profesora que, en el tercer curso de Primaria, les empezó a hablar de algunos de los grupos de rock más grandes de todos los tiempos. A lo largo del primer trimestre, la profesora descubrió a la clase entera grupos como The Beatles o Queen, pero, para el final de ese curso, Sergio ya conocía a bandas tan legendarias como Pink Floyd o Deep Purple.

Es totalmente inevitable que una persona no sienta interés por la música cuando ha oído hablar de bandas como estas y ha escuchado varias de sus canciones. Es exactamente lo que ocurrió con Sergio, que acudía a casa después de cada día con una sonrisa de oreja a oreja. El aprendizaje que tenía cada día en el aula lo combinaba con sesiones en Youtube en las que veía tocar en conciertos a los mismos grupos de los que escuchaba hablar durante la mañana. Yo, como padre, me sentía realmente agradecido a aquella profesora por lo que había conseguido despertar en mi hijo, al que veía realmente ilusionado.

Durante algún tiempo, Sergio se limitó a hacer lo que os he contado. Pero, cuando pasaron los meses, empezó cuarto de Primaria y continuó escuchando cada vez a más grupos de rock en inglés y en castellano, llegó la hora en la que me pidió dar un paso más. Sergio quería aprender a tocar algún instrumento. Quería empezar a sentir en primera persona lo que significaba hacer música y no limitarse solamente a escucharla. Y tanto su madre como yo lo entendimos de inmediato. Comprendimos que esa era una de sus grandes pasiones y que no había ni un solo motivo por el cual deberíamos negárselo.

Decidir el instrumento que le gustaría tocar sí que le costó. No era una decisión fácil. Él tenía claro que no se iba a sentir cómodo como frontman, como cantante, pero sí que le gustaba la guitarra, el bajo o la batería. Sin embargo, su decisión fue todavía mejor. Apostó por un instrumento que, aunque no es solamente propio del rock, sí que es importante en algunas de las canciones más relevantes de su historia, como en Bohemian Rhapsody (de Queen), November Rain (de Guns N’ Roses), Changes (de Black Sabbath), Tiny Dancer (de Elton John) o Let it Be (de The Beatles). Hablo, como seguramente alguno de vosotros y vosotras ya habrá identificado, del piano.

Sin duda, este es uno de los instrumentos más bonitos de todos cuantos existen. Nadie lo puede poner en duda. Me emocioné bastante cuando Sergio nos dijo cuál había sido su decisión y nos indicó que le gustaría aprender a tocarlo. Es verdad que pensamos en algún momento en que esta decisión podría suponernos algún dinero porque ya sabéis que los pianos cuestan lo suyo, pero él mismo nos dijo que prefería empezar dando clases y después, si la experiencia le agradaba tanto como él creía, ya habría tiempo de comprar alguno. La verdad es que este tipo de comentarios no son demasiado habituales en un muchacho que por entonces tenía diez años. Ojalá todos hubiéramos sido así.

Mi hijo tenía claro que quería tocar el piano porque siempre ha considerado que este es el instrumento clave en muchas canciones de su género musical preferido, el rock. Su madre y yo decidimos ponernos manos a la obra y nos decantamos por apuntarle a clases en Clases de Piano Kristina para que empezara a soltarse en la materia. Desde la primera clase se mostró feliz y satisfecho por los conocimientos que estaba adquiriendo y empezó a tener la sensación de que se acercaba el momento de subirse a los escenarios.

Cuando le escuchamos en una de sus clases, supimos que Sergio tenía futuro en el mundo de la música. Daba la sensación de haber estado tocando el piano durante toda la vida y la verdad es que nos ilusionamos tanto que decidimos comprarle un piano para que lo tuviera en casa y pudiera tocarlo a todas horas, sin que eso supusiera dejar de acudir a las clases, por supuesto. Mi hijo tenía un don especial para el piano y tanto su madre como yo no estábamos dispuestos a que dejara escapar una oportunidad como la que se le presentaba.

Cuando pasaron algunos meses más, Sergio empezó a dar pasos para formar su propia banda de rock. Se lanzó a la caza de un cantante, un guitarrista, un bajista y un batería. Tenía claro que, todos esos elementos, junto con el piano, podrían encajar muy bien en un estilo de música como el rock. Su idea era que la banda empezara tocando versiones de grandes himnos del rock para, más tarde, comenzar a componer sus propios temas. Solamente el tiempo iba a decirnos si aquella era una buena idea o no, aunque nosotros estábamos convencidos de que lo que nuestro hijo estaba pensando era una gran propuesta.

Tardó algunas semanas en conseguir lo que estaba buscando y la verdad es que dio con gente comprometida y mayor que él. Esa fue una buena noticia. Sergio siempre ha sido un muchacho más maduro de lo que indica su edad y la verdad es que relacionarse con gente uno o dos años mayor le hizo mucho bien. El caso es que se pusieron a ensayar y, más pronto que tarde, empezaron a dar conciertos en algunos de los bares más míticos de nuestra ciudad, donde tuvieron una aceptación más que notable.

Después de algunos meses, Sergio empezó a componer algunas canciones junto con el frontman del grupo. Elaborar temas propios es algo que siempre ha deseado y la verdad es que la oportunidad que tenía delante de sus narices empezó a ser muy seria. Las canciones estaban realmente bien. Hablaban de algunas de las situaciones más complejas de la vida, como la falta de un ser querido, las enfermedades mentales o las situaciones de pobreza que se viven en muchos casos y en muchos lugares del mundo. El piano encajaba con los sonidos de los demás instrumentos y eso confería al grupo un estilo de lo más personal e interesante.

No es este un terreno para indecisos

Lo que he podido ir conociendo del mundo de la música podría resumirlo en que no es un terreno para personas que se encuentren indecisas. Hablamos de una materia que te tiene que gustar sí o sí. El subirte a un escenario debes hacerlo sin tener ninguna duda y sin el menor asomo de nervios. Es lógico que, cuando apenas tienes experiencia, tengas alguna mariposa en el estómago. Sergio así me lo decía. Pero, a medida que vas dando conciertos y mejorando tu técnica, esos nervios desaparecen. Es ahí cuando se empieza a disfrutar de lo lindo.

He visto algunos de los datos que están ligados al mundo de la música y la verdad es que refuerzan mi idea de que no es un terreno para indecisos. Según una noticia del periódico El Debate, el 90% de los músicos en España tiene ingresos inferiores al salario mínimo del país. Este es un problema, aunque tengo que decir que para Sergio no lo ha sido porque el piano hace que su música y la de su banda sea más especial y tenga un público bastante más amplio que muchos de los músicos que se encuentran en la situación a la que acabamos de hacer referencia.

Confío mucho en las posibilidades que tiene Sergio para tener un futuro muy grande en el mundo de la música. Él es consciente de que va a tener que currar mucho para conseguir generarse un nombre y que la gente le conozca. Pero está decidido a hacerlo y no cabe la menor duda de que va a cumplir con muchos de los objetivos que se marque, por no decir todos. ¿Os imagináis que se convierte en una estrella del rock? Es muy complicado llegar hasta eso y más ahora que el género no vive sus mejores momentos, pero… ¿quién sabe? De ilusiones se vive… y si crees que esas ilusiones están cerca de convertirse en realidades, a ilusión no te gana nadie. Eso es lo que le digo a mi hijo.

 

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